Las características particulares de los microorganismos les convierten en
habitantes habituales de todo tipo de ambientes: el aire, el suelo, el agua, nuestra
propia piel o incluso el interior de otros seres vivos.
Los microorganismos intervienen en los ciclos de la materia y la energía, en
algunos casos llevando a cabo actividades metabólicas que no pueden realizar
ningún otro tipo de ser vivo, como la fotosíntesis anoxigénica, la fijación del
nitrógeno atmosférico o la utilización de elementos inorgánicos como fuente de
energía.
Los microorganismos son los principales agentes que transforman la materia en
los ecosistemas. Son capaces además, de reciclar materiales que obtienen de
diferentes niveles tróficos dando lugar a los denominados ciclos ecológicos o
ciclos biogeoquímicos.
La materia circula en la naturaleza entre los seres vivos y el medio abiótico en un
sistema cerrado, donde casi no se producen pérdidas.
Los microorganismos están implicados en todos los niveles tróficos y mineralizan
toda la materia orgánica. Los distintos niveles tróficos entre los que se transfieren
materia y energía constituyen una cadena trófica.
Los organismos productores elaboran los compuestos orgánicos a partir de un
compuesto inorgánico, el CO2, utilizando como fuente se energía la luz o
compuestos inorgánicos simples. Esta materia orgánica es esencial para el resto
de los organismos, que la usan de fuente de energía y carbono.
- Los consumidores aprovechan esta materia orgánica sintetizada por los productores alimentándose directamente de ellos o de otros consumidores.
- Los descomponedores son microorganismos que degradan la materia orgánica en descomposición, de forma que pueda ser utilizada de nuevo por los productores.
Algunos ejemplos de ciclos biogeoquímicos son los siguientes:
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